jueves, 22 de octubre de 2009

Opción por los pobres Jon Sobrino

La opción por los pobres ha surgido en América Latina, continente mayoritariamente pobre y cristiano. Puebla la remite a Medellín, "que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres", (n. 1134) y consagra la expresión "opción preferencial por los pobres" en el contexto de la misión evangelizadora de la Iglesia. Con esa opción se quiere indicar tanto el destinatario como el contenido de la evangelización:

La opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo salvador que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas las carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica (n. 1153).

La fundamentación de la opción está en la evangelización del mismo Jesús (n. 1141) y en la defensa y amor de Dios hacia ellos por el mero hecho de ser pobres (n. 1142); históricamente está exigida "por la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América latina" (n. 1154). En cuanto opción pastoral, esta opción es preferencial, no excluyente; no significa, por tanto, desatender la evangelización de otros, aunque se insinúa que incluso para la evangelización de los que no son pobres esta opción es muy importante y necesaria:

El testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esta esclavitud y de su egoísmo (n. 1156).

Esta opción, por último, aunque formulada por la Iglesia latinoamericana, ha alcanzado validez universal. Así se reconoce en el sínodo extraordinario de obispos en 1985 o en la Congregación General XXXIII de la Compañía de Jesús en 1983.

La opción por los pobres significa una importante novedad en la determinación de la misión de la Iglesia; su novedad e importancia, sin embargo, van más allá de lo misionero-pastoral. La determinación del destinatario preferencial de la misión de la Iglesia desencadena una lógica y un dinamismo que lo permea todo, de modo que la opción por los pobres no se reduce a determinar el destinatario de la misión, sino que configura todo el hacer y ser de la Iglesia, su fe, esperanza y caridad; se presenta incluso como una forma de vivir y actuar en este mundo y de ser simplemente un ser humano. Así se desprende ya del documento de Puebla. Alrededor de la opción por los pobres, Puebla menciona cómo el destinatario hace repensar lo que es su evangelización, repensar la vida interna de la Iglesia y sus estructuras, repensar la dirección del proceso evangelizador, pues una Iglesia que evangeliza a los pobres se encuentra evangelizada por ellos. Al fundamentar su opción en Dios y en Cristo, se ve objetivamente forzada a repensar quién es ese Dios y ese Cristo.

La opción por los pobres es, pues, mucho más que la determinación del destinatario; tiene la virtualidad de hacer replantear la totalidad de lo eclesial, de la fe y de lo humano. La opción por los pobres es una opción por una vida y una fe. Y desde este punto de vista queremos enfocar estas páginas. Pero para ello hay que determinar qué se entiende por pobres, qué pobres reales son aquellos por los que hay que optar, de tal manera que optando por ellos se desencadena un proceso no sólo pastoral sino totalizante, jerarquizante y salvífico, un proceso que configura todo lo eclesial, toda la fe y todo lo humano. Y el presupuesto último de este enfoque es -digámoslo desde el principio- que esta opción por estos pobres es lo que tiene mayor capacidad de planificar al ser humano y de humanizar la historia.

I. LOS POBRES POR QUIENES HAY QUE HACER LA OPCION

En el lenguaje cristiano y teológico, también en el lenguaje de Puebla, el término "pobre" puede describir realidades muy diversas. Se puede hablar así, en positivo, de pobreza espiritual, de empobrecimiento para acompañar a los pobres. Ese significado de pobreza es real y es muy importante que exista su realidad. Describe la subjetividad interior de los seres humanos que se abren a Dios o el proceso de intentar asemejarse a los pobres reales. Pero, siendo esto sumamente importante y necesario, esa pobreza no es aquella de que se habla en la opción por los pobres; y es peligroso si desde ella se quiere determinar a los pobres de la opción y a la opción por los pobres.

El analogatum princeps de pobres, y los pobres de los que se habla en la opción, son antes que nada y en directo aquellos seres humanos para quienes el hecho básico de sobrevivir es una dura carga, para quienes dominar la vida a sus más elementales niveles de alimentación, salud, vivienda, etc., es una ardua tarea y la tarea cotidiana que emprenden en medio de una radical incertidumbre, impotencia e inseguridad. Pobres son aquellos encorvados, doblegados, humillados (anaw) por la vida misma, automáticamente ignorados y despreciados por la sociedad. Estos son los pobres tal como de ellos se habla en los profetas y en Jesús. En lenguaje actual, "pobres" son en primer lugar los socio-económicamente pobres, lenguaje que no debiera sorprender ni ser tachado de ideologizado, pues lo que está detrás de lo socio-económico es el oikos, el hogar, y el socium, el compañero; es decir, las dos realidades fundamentales para todo ser humano: la vida y la fraternidad.

Junto a esta pobreza existe también la socio-cultural, que hace que la vida sea dura carga. Existe la opresión y discriminación racial, étnica y sexual. Muy frecuentemente, por el mero hecho de ser negro, indígena o mujer, la dificultad de la vida se agrava. Esta dificultad añadida es teóricamente independiente de la realidad socio-económica, pero con gran frecuencia, al menos en el Tercer Mundo, acaece dentro de la pobreza socio-económica, con lo cual estos seres humanos son doblemente pobres. Visto el mundo actual como un todo, no cabe duda de que la pobreza socio-económica es lo que mejor describe la pobreza en el mundo, agravada además por la opresión proveniente de determinadas discriminaciones.

Hay que agradecer a Puebla que expresase esta realidad con sumo vigor y sin ninguna ambigüedad. Puebla describe los rostros concretos en que se expresa -"la situación de extrema pobreza generalizada" (n. 31)- de la siguiente manera: niños golpeados por la pobreza antes de nacer, jóvenes frustrados en zonas rurales y suburbanas, indígenas marginados y que viven en situaciones inhumanas, campesinos sin tierra y sometidos a la explotación, obreros mal retribuidos y privados de sus derechos, marginados y hacinados urbanos frente a la ostentación de la riqueza, ancianos marginados y abandonados... (nn. 32-39). Estos rostros concretos expresan "la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos", lo cual es juzgado como "el más devastador y humillante flagelo" (n. 29). Este es el significado primario de pobres por los que hay que hacer la opción. Los pobres de la opción no son -como subrepticiamente se los quiere reinterpretar- el simple ser humano, metafísicamente limitado, carente, necesitado y sometido al sufrimiento. Nada de esto se niega, obviamente, en la opción por los pobres. Pero esos pobres no son los pobres de la opción. Pobre no es simplemente el homo doliens, sino aquel que más se parece al no-hombre. Dicho en lenguaje teológico, la pobreza de la que aquí se habla es aquella que va en contra de] primigenio plan de Dios en la creación, un mínimo o un máximo, según se mire: el mundo de la pobreza, mayoritario en el Tercer Mundo, significa que la creación de Dios no ha llegado a ser; que la vida no es lo que está in possessione en la humanidad.

Los pobres de la opción son, además, históricamente pobres; son los empobrecidos por otros. Pobreza no es mera carencia, no es mera dificultad de dominar la vida, sino dificultad de vivir causada por otros e ignominia añadida introducida por otros. Pobreza entonces es pecado, "clama al cielo" (Medellín, justicia 1), "es contrario al plan del Creador y al honor que se merece", (Puebla 28). Y los pobres son dialécticamente pobres. Históricamente, pobre dice relación intrínseca a opresor; dialécticamente, dice relación intrínseca a rico. Puebla asienta la flagrante y creciente diferencia entre ricos y pobres: "La verdad es que va aumentando más y más la distancia entre los muchos que tienen poco y los pocos que tienen mucho" (Mensaje). Pero, además, da la razón: existen "ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres" (n. 30). Hay pobres porque hay ricos, y hay ricos porque hay pobres. Pobreza es entonces no sólo carencia de vida, no sólo injusta carencia de vida causada por los opresores, sino que es también la negación formal y más radical de la fraternidad, del ideal del reino de Dios. Como las raíces de la opresión son estructurales, esta pobreza, histórica y dialéctica, se hace masiva y duradera; no es casual y exige cambios profundos de las estructuras (Puebla 30).

Los pobres de la opción son, por último, una realidad política, aspecto menos explicitado que los anteriores en la Escritura y el magisterio, pero no por ello menos real. Su masividad -pues se trata de pueblos enteros pobres-, lo objetivamente insostenible de su situación y la conciencia que van adquiriendo de la pobreza y sus causas, la esperanza que se va generando entre ellos de que la vida es posible y de que hay que luchar por ella, suponen un potencial político que se está actualizando en los países del Tercer Mundo. Pero en la medida en que se actualiza ese potencial, los pobres están sujetos no sólo a la opresión empobrecedora sino también a la represión, como afirma Puebla inmediatamente después de describir los rostros de los pobres (cf. nn. 40-43). De esta forma, pobreza adquiere otra connotación: los pobres que quieren dejar de serlo son frecuentemente reprimidos y asesinados- se asemejan al siervo de Yahvé que, por intentar implantar la justicia, sucumbe bajo la represión.

Los pobres por los que hay que hacer la opción se definen, por tanto, en relación a algo sumamente negativo: la ardua dificultad de dominar la vida en lo más elemental de ella. Esto hay que recalcarlo porque el lenguaje trata de ocultarlo y tiende a plantear la realidad de la pobreza desde otra perspectiva positiva. Se habla así de "países en vías de desarrollo", con lo cual -sea cual fuere la verdad histórica del desarrollo se relaciona pobreza con algo positivo. No se niega, por supuesto, que la pobreza exija éticamente el desarrollo, es decir, el salir de ella. Pero en su realidad histórica, la pobreza dice primariamente otra cosa: esta en vías de muerte. Quizás en lugares industrializados la pobreza pueda ser descrita en relación a lo positivo, en relación a un bienestar no alcanzado todavía, pero que se piensa posible y probablemente alcanzable. Pobreza apunta a lo positivo que se piensa poder conseguir. Pobres son los que todavía no han alcanzado el bienestar, pero están en vías de alcanzarlo. En el Tercer Mundo, sin embargo, pobreza apunta, antes que nada, a lo negativo de lo que hay que huir. En las conocidas palabras de G. Gutiérrez, "pobres son los que mueren antes de tiempo", aquellos que se acercan a la muerte lentamente, debido a estructuras injustas que privan de vida, en sí mismas "violencia institucionalizada" (Medellín, Paz 16), y aquellos sometidos a la muerte rápida y violenta cuando intentan liberarse de su injusta pobreza. Pobreza se relaciona entonces con muerte.

Esto es lo que significa pobreza cuando se habla de opción por los Pobres. No se niega que haya otros significados de pobreza, importantes y necesarios para la realización plena de la vida cristiana; pero se afirma que, cuando se habla de opción por los pobres, se habla de estos pobres. El añadir "preferencial" a la opción -añadidura que tiene sentido en la pastoral- no deja de ser una ironía en la humanidad actual en la que dos terceras partes o más de ella son ese tipo de pobres; y la mirada al futuro, desgraciadamente, los hace aumentar en número. El que se hable de "opción" tiene su importancia. Históricamente al menos supone que hacer de estos pobres el destinatario de la misión de la Iglesia para liberarlos de su pobreza no ha sido práctica habitual ni sigue siendo fácil ni evidente. Se intuye, además, que tomar en serio a ese destinatario es una exigencia grave, costosa y conflictiva; es por ello una decisión honda que hay que hacer en presencia de otras posibles decisiones más tradicionales, conocidas y fáciles; por ello tiene sentido hablar de "opción". Se intuye, por último, aunque esto se va comprendiendo en la medida en que se realiza, que la opción por estos pobres, si quienes optan se introducen en la dinámica histórica que genera esa opción, va mucho más allá de la determinación del destinatario de la misión y el contenido y método de ésta. La opción por estos pobres llega a abarcar todas las dimensiones del creyente y del ser humano; no sólo la dimensión eclesial, sino la dimensión de la fe y de la salvación. Esto es lo que queremos analizar a continuación.

II. DIMENSION HUMANO-CREATURAL

La opción por los pobres es antes que nada algo con que se confronta cualquier ser humano por el mero hecho de serlo; funge -lógicamente como preámbulo a cualquier fe explícita. Es una fe antropológica en el sentido que da al término Juan L. Segundo y en ese sentido es también una apuesta.

La opción por los pobres es un contenido de la revelación de Dios, pero para descubrirla como tal se necesita con anterioridad lógica -aunque históricamente eso siempre se realiza dentro del círculo hermenéutico- una opción al nivel humano-creatural. El hecho de que la revelación haya sido interpretada tan frecuentemente al margen de la opción por los pobres -y lo mismo ocurre con la liberación, declarada ahora como central al mensaje evangélico, pero tan ignorada en la historia- lo muestra claramente.

Con ello queremos decir que la opción por los pobres es necesaria para comprender la revelación, y lo es porque se realiza al nivel humano-creatural con necesidad, por acción u omisión. Detengámonos, por tanto, en el análisis humano-creatural de la opción. Para hacerlo de forma gráfica y breve, enunciaremos algunos textos de la Escritura como dirigidos a todo ser humano.

1. "La cólera de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia" (Rom 1,18). Esta afirmación paulina dice que no es nada fácil ver la verdad de las cosas y que existe, más bien, una intrínseca concupiscencia a aprisionar esa verdad. Llegar a conocer la verdad de la realidad, respetar la verdad de lo que las cosas son es entonces conversión y conversión primaria ante la tentación de tergiversar y someter la verdad. En negativo afirma Pablo lo que ocurre cuando se da el sometimiento de la verdad. En lenguaje teológico, aparece la cólera de Dios, la realidad se opaca y no revela a Dios, el corazón del hombre se entenebrece y Dios le entrega a toda suerte de abominaciones. En lenguaje histórico, la realidad clama y protesta, pero se oculta su verdad más íntima, el ser humano se ciega y se deshumaniza. Y esto vale, en el fondo, para todos: gentiles y judíos.

En este contexto la opción por los pobres afirma en primer lugar que la verdad de la realidad de nuestra historia se transparenta más desde los pobres, tal como se les ha descrito, que desde ellos se llega a conocer lo que es más flagrante de la historia y la totalidad de nuestro mundo. Afirma por ello -aunque en un primer momento es una apuesta- que desde ahí hay que ver la realidad y que, históricamente al menos, el llegar a ver la realidad desde ahí es conversión, es hacer contra otras perspectivas desde las cuales llegar a conocer la verdad: poder, humanidad universalizada y abstracta, el más allá, etc.

Estas afirmaciones nada tienen de puramente teóricas. El mundo de hoy -y su propaganda- hace todos los esfuerzos posibles para que no aparezca la verdad de la realidad. Intenta hacer creer que el ser humano es el del Primer Mundo, del cual participarían analógicamente, para su propia humanidad, la mayoría de seres humanos en el Tercer Mundo. Intenta tergiversar la realidad de los pueblos crucificados convirtiéndolos en países en vías de desarrollo; situaciones inhumanas, como las de los países centroamericanos, en democracias incipientes. Intenta explicar en términos ideológicos el problema fundamental del mundo de hoy, cuando en la realidad es un problema de vida y muerte.

Desde los pobres se ve mejor el mundo como es, no se aprisiona su verdad. Pero como esa realidad es pecado y como el pecado busca siempre ocultarse, pasar desapercibido o incluso hacerse pasar por lo contrario, llegar a ver el mundo desde los pobres es también conversión; objetivamente, en contra de las apariencias, y subjetivamente, en contra del propio interés que busca hacer coincidir la realidad con lo deseable para uno. La opción por los pobres es, pues, antes que nada, una opción por la verdad, por ver la realidad de este mundo tal cual es, una conversión epistemológica radical y una apuesta -verificada después- de que desde los pobres se transparenta mejor la verdad del mundo.

No hay comentarios: