lunes, 27 de junio de 2011

Así, me imagino que pensó Jesús - Pastor Nestor Miguez

¿Que Dios predicaré? Le ofrecen tantos dioses a este pueblo. Está el dios de los sacrificios, aquél que aman los sacerdotes del Templo, un dios siempre sediento de sangre. Un dios que si no ve sangre no está satisfecho. Un dios siempre ofendido al que hay que calmar a precio de vidas. Carneros, corderos y palomas tienen que ofrendar su vida para calmar las afrentas cotidianas. Rezos y ofrendas para aplacar su enojo. Pero mi Dios es el Dios creador de la vida, el que puso vida en toda sangre. El que se dolió cuando supo de la sangre de Abel clamando desde la tierra, pero no por eso pidió la sangre de Caín, sino que le dio señal de vida sobre su frente, para que no fuera muerto. No fue ese dios sanguinario el que habló por el profeta Isaías: yo no iré sus oraciones porque tienen las manos llenas de sangre. Ese dios de los altares solemnes no es el Dios de Amós, porque el Dios de justicia no habita en Betel ni Gilgal, dijo el profeta. No es el Dios de Oseas, porque el Dios de Oseas pide misericordia en lugar de sacrificio. Tampoco será el mío. No será mi Dios el dios sacrificial de los sacerdotes.