viernes, 16 de octubre de 2009

Encuentro del Pueblo de Dios Homilia de Monseñor Stanovnik

Monseñor Stanovnik: Jesús no dijo paren de sufrir, sino, vengan y aprendan a sufrir conmigo

En la santa Misa con la que concluyo el Encuentro del Pueblo de Dios, monseñor Stanovnik resaltó la labor realizada a lo largo de toda la jornada y en los días previos, durante la preparación del Encuentro.

El Arzobispo de Corrientes expresó que desde el momento de adoración al Santísimo, con el que se inició el Encuentro, luego con la iluminación, los encuentros y trabajos en grupo, hasta este momento de culminación en la Eucaristía, “hicimos un camino. Hubo alrededor de 200 grupos trabajando, pasé por algunos, me resulto imposible hacerlo por todos. Realmente riquísima la reflexión y el compartir fraterno del que fui testigo. Por supuesto que no tenemos tiempo para poner todo en común, pero sería muy lindo si pudiéramos tener alguna devolución de ese trabajo”, expresó e invito a pasar a algunos representantes de grupos.

Uno a uno se sucedieron los laicos que expusieron ante el Pueblo de Dios su experiencia particular y la compartida en la instancia grupal. “En los grupos compartimos nuestra experiencia de fe como discípulos misioneros de Jesús. El amor del Padre, que se nos reveló en Jesús, tiene en el signo de la Santísima Cruz de los Milagros la señal de su amor entregado por nosotros hasta el final, y junto a él está Nuestra Señora de Itatí, invitándonos a abrazarlo y compartirlo con todos” expresó monseñor.

Testimonios

En primer lugar habló un joven de 23 años que expresó no haber recibido el Bautismo, y estar preparándose para hacerlo “veo que todos somos iguales para el Señor, que no hace distinciones. Él nos regala las herramientas para llevar su Palabra. Estoy catequizándome y siento en mí su gracia como todos ustedes”, dijo emocionado y agregó, desde su experiencia, que “una palabra bien transmitida, a través del testimonio, puede hacer maravillas en una persona”.

Luego de él habló a la asamblea su novia, que dijo que “nada es por casualidad cuando se mira a Dios y se ve lo que él quiere para nosotros”. Monseñor agradeció el testimonio misionero de estos jóvenes y destacó como hermoso gesto entre los novios la palabra que les ayuda a vivir en armonía y fieles al compromiso que Dios les pide como novios cristianos”.

A continuación, otro de los fieles hizo hincapié en una de las frases que se encuentran en el Tríptico del Centenario “Ustedes serán mis testigos”, y añadió que debemos serlo no solo en la Iglesia, hacia dentro, sino también hacia afuera. No tenemos que tener vergüenza de ser cristianos y confiar en Dios”.

Monseñor Stanovnik dijo que la oportunidad que tuvimos de celebrar la alegría de nuestra como discípulos de Jesús y compartir la riqueza de nuestras experiencias misioneras, nos renueva para que lo hagamos con más convicción y entusiasmo en nuestras comunidades y en la vida cotidiana de la familia y del trabajo.

Finalmente hablaron dos personas más, una de ellas expreso su emoción y dijo tener “necesidad de catequizar, porque veo que no hay catequistas que lleven la Palabra”. Por otro lado –en sintonía con este testimonio- una señora de una comunidad del interior manifestó que “muchos jóvenes no conocen al Señor. Tenemos que llevarles a ellos la comida espiritual, la Palabra de Dios. Ésa es nuestra misión” y agregó que el modo de hacerlo es “con humildad, sencillez y amor de corazón”.

Buena Noticia

Retomando lo dicho el Arzobispo agradeció los testimonios y dijo que “una palabra dicha en el momento oportuno, puede significar un cambio fundamental en la vida de las personas”. Mucho más cuando se trata de “la Buena Noticia, que consiste en anunciar, con las palabra de san Pablo, que Cristo me amó y se entregó a sí mismo por mí. La Cruz nos recuerda esa entrega de amor. La iniciativa siempre es de Jesucristo, es Él quien despierta la fe, nuestra fe es obra suya.

Monseñor Stanovnik remarcó que “Él nos da la salvación, el construye la Iglesia. Son hermosas las palabras esperanza, caridad, fe, cuando las descubrimos como realidades que existen gracias a la iniciativa amorosa de Jesucristo”.

Citando a santa Teresita dijo que ella lo vivió así al decir “cuando soy caritativa es Jesús únicamente quien obra en mí” y agregó que “nosotros predicamos a ese Jesús, que me amó y se entregó por mí. Jesús es camino de encuentro con Dios, es imposible llegar a Dios sin pasar por la Cruz de Cristo, seguirlo es vivir y morir como Él”.

Jesús nunca dijo el que quiera seguirme, pare de sufrir. Pero tampoco dijo el que quiera seguirme, venga a sufrir. En lugar de “pare de sufrir”, Jesús nos dice vengan y aprendan a sufrir conmigo: “el que quiera seguirme, que cargue con su cruz cada día…”, Jesús nos invita a vivir la sabiduría de la cruz que sólo se entiende desde el amor, aclaró el Arzobispo.

“Cristo me amó y se entregó por mí. Esa sabiduría de la Cruz nace de contemplar la gratuidad de su amor. En la víspera de su Pasión Jesús rogó a su Padre Celestial para que todos fueran uno con él. El camino hacia esa comunión lo comprendió María de pie junto a la Cruz. Pidámosle a Ella que nos acerque a su Divino Hijo Jesús y nos enseñe a llevarlo como vida y como palabra, siempre como Buena Noticia, a nuestros hermanos”, finalizó.

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